Es muy común encontrar empresas que reducen su visión organizacional a una sola frase bonita que independientemente de la industria a la que pertenezcan, es muy parecida a ser la empresa líder en.., esta frase se comunica en sus páginas web y decora las paredes de sus oficinas, sin embargo, pocas veces se utiliza en el día a día, ni se vincula con ningún otro elemento seguramente desarrollado en sus procesos de planeación estratégica.
Según J. Collins y J. Porras, una visión organizacional bien concebida consta de dos componentes: la ideología central (el yin) y el futuro imaginado (el yang). Ambos elementos son complementarios y esenciales para dar vida a la visión organizacional y así evitar que se quede solo como una linda decoración. La Ideología central define lo que representamos (nuestros valores) y el por qué existimos (nuestro propósito). Estos elementos son inmutables y representan esa estrella en el horizonte que guía nuestros pasos y que aun sabiendo que es imposible de alcanzar, nos inspira, motiva y refuerza nuestro compromiso para seguir avanzando hacia ella.
Por su parte, el futuro imaginado es la imagen de lo que aspiramos a ser, lograr o crear, representa nuestra meta a largo plazo o lo que los mismos autores llaman el BHAG® (Big Hairy Audacious Goal) una meta grande, audaz y descabellada (o peluda si lo traducimos literalmente) a 10-25 años, que nos asusta, a la vez que nos reta a pensar creativamente y ver más allá de nuestras capacidades y condiciones actuales para lograrla.
Una vez descubierta la ideología central y planteado nuestro BHAG®, la visión organizacional debe permearse en las actividades cotidianas de nuestra empresa, ser la base de nuestras decisiones y el punto de enfoque y alineación de nuestros equipos.
Fuente: Building your companys Vision, James C. Collins y Jerry I. Porras